miércoles, 2 de noviembre de 2016

Cantona y Loach, cine de acción

"Looking for Eric", de Ken Loach, es un retrato del atípico Cantona, la antítesis del futbolista garrulo: escribe poesía, lee a Kierkegaard, pinta y toca la trompeta


Por Rafael Ramos
La Vanguardia

¡Vaya extraña y sensacional pareja! Por un lado, el cineasta trotskista, antimonárquico y antisistema cuyas películas ganan premios y fascinan a las élites intelectuales europeas y norteamericanas, pero apenas tienen distribución en el Reino Unido. Por otro, el futbolista filósofo que no fue profeta en su tierra y tuvo que irse de Francia para triunfar en el Manchester United.

Son dos personajes peculiares y extraordinarios que se han unido para hacer una película que compite en el Festival de Cannes y promete ser una de las sensaciones del año, una fábula en la que Cantona se interpreta a sí mismo como una especie de semidiós que con su peculiar psicología ayuda a encarrilar la vida de un cartero de Manchester que siempre lo ha idolatrado.

Ken Loach y Eric Cantona siempre han jugado a la contra, por eso se entienden tan bien. El realizador es un especialista en retratar la miseria de las clases trabajadoras inglesas, critica al imperio británico como un instrumento de explotación y ha rechazado el título nobiliario que le concedió la reina; el jugador, cuyos abuelos lucharon por la República española, desprende por todos los poros la "grandeur francesa" pero se siente en Inglaterra como en su casa. "Mis paisanos son egoístas – dice – y necesitan que constantemente les estén recordando que son los mejores".

Eric Cantona es un excéntrico allí donde los haya, cuya famosa frase de que "las gaviotas siguen al barco porque saben que van a caer al agua sardinas" es una de las más profundas y aceradas críticas a la prensa que se han hecho por parte de un deportista. Fue necesario la utilización de un descodificador para concluir que se trataba de una denuncia a la persecución de la frivolidad y el sensacionalismo por parte de los medios de comunicación.

El centrocampista galo se retiró en plenitud de su carrera, a los treinta años, después de conquistar con el Manchester United cinco Ligas en seis intentos (además de una Copa de Europa). Sencillamente dijo que estaba cansado. La sanción récord de nueve meses que le impuso el Comité de Competición por dar una pata estilo kung-fu a un espectador que le insultó en el estadio del Crystal Palace le hizo perder el apetito. Una vez cumplida regresó a los estadios, pero ya nunca fue el mismo.

Cantona no sólo fue un futbolista filósofo, sino también un futbolista actor. Los terrenos de juego eran su escenario, y cuando metía gol abría los brazos mirando a las gradas para recibir la aclamación de su público. Por eso no es extraño que se reciclara en el mundo del espectáculo y - tras aparecer en una serie de películas de más o menos éxito como "L´utramangeur", en la que hace de un policía bulímico con un apetito descomunal - convenciera a Ken Loach para rodar una fábula inspirada en su figura.

La película ("Looking for Eric"), con guión de Paul Alberti y coproducida por el propio futbolista, refleja a las mil maravillas las contradicciones de su personalidad genial pero distante, teatral pero alérgico a la comunicación. "Tengo suerte si se digna a hablarme", comentó una vez el entrenador del Manchester United sir Alex Ferguson, que lleva con mano de hierro el banquillo de Old Trafford y vendió a David Beckham al Real Madrid para mantener la disciplina interna. En el vestuario era admirado pero no popular, porque no bebía ni iba a discotecas.

Cantona es la antítesis del futbolista garrulo, un hombre renacentista que escribe poesía, lee a Kierkegaard, pinta, toca la trompeta y ahora también es actor. "Siempre admiré a Ken Loach -señala-. Lo que más me gusta de él es que sus películas no parecen películas sino documentales, son crueles como la vida misma, ya relaten la guerra civil española o la existencia cotidiana de las clases trabajadores británicas en los bloques de viviendas subvencionadas de Manchester y Liverpool".

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