martes, 23 de julio de 2013

El fútbol y el valor de la militancia

Juan Zárate, líder de la Juventud Peronista de Rosario y jugador del Bella Vista de Uruguay. Recio defensor, hijo y nieto de militantes peronistas, aprovechó el receso del fútbol uruguayo para reencontrarse con sus compañeros. “Los valores que impone el deporte se asimilan mucho a los del militante”, afirma.

Por Gustavo Veiga
Página 12
gveiga12@gmail.com

El militante inquieto dejó por un momento al futbolista en la puerta y entró a la intendencia de Montevideo. Por un volante se había enterado de que el periodista Horacio Verbitsky daba una conferencia, a 40 años del golpe de Estado en Uruguay. Lo escuchó, conversó unos minutos con él y se retiró satisfecho. Juan Zárate, el recio defensor del club Bella Vista, es también un referente de la Juventud Peronista en Rosario, su ciudad natal. ¿Cómo hizo entonces para terminar en el equipo papal de la Liga uruguaya? Lo llevó Carlos “Chiche” Lutzman, un veterano DT, el mismo que lo conocía desde las divisiones inferiores de Newell’s, donde se formó. Al otro lado del Río de la Plata, el secretario de Relaciones Institucionales de la JP también se hizo un tiempo para vincularse con integrantes del Frente Amplio del sector más cercano al presidente José Mujica. La política lo cautiva tanto como el fútbol.


Zárate se está formando para ser un cuadro del futuro. Tiempo le sobra; tiene apenas 23 años. Clase 89, es hijo de un militante kirchnerista de Santa Cruz (Amaro) y nieto de un viejo peronista (Ignacio Amaro) que, cuando hizo la colimba, juntó cadáveres después del bombardeo a la Plaza de Mayo en el ’55. Estudia Derecho en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y sólo porque el fútbol lo llevó hasta Uruguay (al fin de cuentas, su medio de vida) bajó un cambio en el trabajo territorial y su carrera en la facultad.

“Los valores que impone el deporte se asimilan mucho a los del militante: la solidaridad, el hecho de que es fundamental el equipo y no el individuo. En la política aspiramos a lo mismo”, dice el número dos de estilo raspador y estudioso del modelo deportivo de Cuba. Perón y Néstor Kirchner están en su panteón de los héroes. Le forjaron, como su padre y abuelo, la vocación por una causa que mamó de chico. Sus modelos de jugador, en cambio, no ocupan un lugar privilegiado en la liturgia futbolera: el Flaco Schiavi, Heinze y el uruguayo Lugano. Pero los elige porque, para él, son los mejores en su puesto.

Su inclinación por la política deportiva –la meta en que se proyecta a unos años– está plasmada en lo que Zárate define, de su puño y letra, como el programa Deporte, Universidad y Desarrollo de la UNR. Allí escribió: “El deporte es un bien cultural fundamental de la comunidad. El objetivo de este proyecto es ayudar al proceso de recuperación de su esencia perdida, restablecer sus valores primordiales y transmitirlo, más que como empresa privada, como una escuela formadora de hombres y mujeres libres”.

Su trabajo se divide en tres propuestas con anclaje en Rosario: el “Desarrollo integral de los clubes”, los “Congresos del Deporte Nacional y Popular” y “Decile sí al deporte”. Zárate plantea lo que no percibe en su ciudad y, más allá de su perímetro, en toda Santa Fe. “El socialismo –dice– tiene el criterio de desarrollar potreros o playones para practicar deportes, pero no fomenta el progreso de las organizaciones deportivas, de los clubes de barrio.”

En esta movida se involucró hace un par de años con los Torneos Interbarriales de fútbol Néstor Kirchner, que emulan a los Juegos Evita, ausentes en Santa Fe. Contribuyó al sostenimiento de clubes como Provincial y Nuevo Amanecer: el primero estuvo bajo un sistema de fideicomiso diez años y el segundo directamente cerrado, con los yuyos más altos que los voluntarios dispuestos a reflotarlo.

“Este club (por Nuevo Amanecer) fue reactivado sin ninguna ayuda del Estado provincial, ni municipal. Esto no es casualidad, dado que no existe un proyecto deportivo real e integrador que fortalezca a los clubes de barrio y al deporte como bien cultural de la comunidad”, dijo en julio de 2012, cuando se reabrió. Para entonces, el joven de la JP con contrato vigente en Bella Vista de Uruguay llevaba varios años ligado al fútbol y a la militancia política. “Comencé en enero de 2008, cuando fue la campaña contra Cristina y la resolución 125; arranqué en medio del fuerte conflicto con las patronales del campo”, recuerda.

Su infancia en el barrio Acindar había quedado en el pasado, como sus primeros partidos en el club homónimo. Pasó a Provincial y después a Mitre de Pérez. A los 18 años llegó a las divisiones inferiores de Newell’s, a los 20 quedó libre con edad para firmar el primer contrato, y del Parque Independencia –donde se entrenó con el plantel de Primera– pasó a Argentino de Rosario, equipo de Primera D de la AFA. Allí conoció a otro militante peronista, el volante central del equipo, Matías Sayal. “Jugué como cuarenta partidos en ese club”, cuenta. La estadística marca que en la temporada 2011-2012 también marcó dos goles.

Política y deporte convivían así hasta que se instaló en Montevideo, después de un breve paso por Sportivo Las Heras de Concordia, Entre Ríos. La temporada que finalizó, Bella Vista se fue al descenso. Lo mandó Danubio en mayo pasado. Zárate dice que tiene contrato hasta diciembre y ahora está de vacaciones por una semana en Rosario, donde volvió a tomar contacto con la militancia y a organizar actividades: una de ellas, la proyección del documental Perón y el deporte, de Marcelo Haber y Santiago Veiga, en los mismos clubes que lo desvelan por su precariedad y escasez de recursos.

“Los militantes jóvenes tenemos que mejorar a nivel cualitativo para estar a la altura de las temáticas que abordemos. Mi vocación se inclina por el deporte. Apoyo a los clubes de barrio que se vieron afectados por la lógica neoliberal, y por eso su proceso de recuperación ha sido mucho más lento que en otras instituciones”, declara Zárate, convencido de que en 2015 llegará a todos los clubes rosarinos con su proyecto de Desarrollo Integral. O sea, “lo contrario del Newell’s que presidió Eduardo López”, remata, como para que no queden dudas de qué modelo deportivo se trata.

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