viernes, 26 de mayo de 2017

Un hijo de Buenaventura, el último rebelde del fútbol colombiano

Cuando era una gloria, Víctor Campaz se retiró muy joven cansado de la dirigencia del fútbol. Ahora, su lucha es contra los líderes políticos de su pueblo


Por Gerardo Quintero
El Común

Como en sus mejores momentos por la franja derecha, Víctor Campaz, aquel hijo de Buenaventura considerado uno de los mejores futbolistas colombianos de los años setenta, no le teme al mano a mano. Considerado un rebelde del fútbol, uno de los 11 hijos de Teófilo y Leticia, sigue enfrentando contrarios, así estos hoy sean más difíciles de eludir que aquellos que enfrentó enfundado en la casaca del América, del Pereira, del Santa Fe o del Nacional, equipos en los que dejó su huella.

Si con la vehemencia que lo caracterizó antes criticaba a los dirigentes que “no respetaban a los jugadores colombianos”, ahora sus dardos se enfilan hacia la dirigencia política de su pueblo, al que volvió hace dos años, pues considera que “no hacen nada por Buenaventura”. Está preocupado por la juventud de su municipio y advierte que ya Buenaventura no saca ningún deportista “porque hay mucha negligencia y a nadie le importa lo que pasa con nuestro pueblo. Es una tristeza”, dice.

Luchando sus partidos

Si uno pudiera comparar a este habilidoso delantero con un artista habría que pensar en Bob Marley, el legendario cantante jamaiquino, quien a través del reggae luchó por la paz de su país y escribió canciones contra la discriminación y la exclusión racial. Como Marley, Campaz también fue un rebelde y por eso, a pesar de ser un talentoso del fútbol, se fue joven del mismo. “Me retiré a los 29 años porque me cansé de pelear; me cansé de tratar que los futbolistas entendieran el valor que tenían, que no éramos simplemente unos vagos, sin oficio, como nos tildaban los directivos”.

En esos gloriosos años setenta, siempre lideró las intenciones de que los futbolistas se agremiaran, pero se quedó solo en esas batallas y por eso prefirió irse, decepcionado porque al jugador colombiano le daba temor pelear por sus derechos.

Hoy sus batallas son otras. En su casa materna, de la Calle Sor Vásquez, Campaz tiene que ganar sus propios partidos día a día, pues no cuenta con una pensión. Aunque gambeteó un cáncer glandular y una grave fractura en su pierna izquierda por un accidente, Víctor habla sin quejumbres, pero con la dignidad de un futbolista de los grandes que dio Buenaventura.

Magia pura

Víctor Campaz, también conocido como ‘el divino negro’, nació el 21 de mayo de 1949 y aunque América fue su primer equipo profesional, se hizo grande en Pereira, con el ‘Kínder de López Fretes’; en Santa Fe, donde fue campeón y goleador en 1971; y en Nacional, equipo en el que también salió campeón y subcampeón, entre 1973 y 1974.

Dos de sus más grandes hazañas están grabadas en estos dos últimos equipos. Los veteranos hinchas de Santa Fe todavía recuerdan su espectacular gol en El Campín, en 1972, al Independiente argentino, el mismo de Bochini, Pavoni, Pastoriza, el ‘Rey de Copas’. Fue una pelota alta y larga, larguísima, que Campaz vio venir del guayo de Basílico. Sin pensarlo, el ‘negrazo’ se levantó y poco antes de las 18 improvisó una chilena y se la clavó al ángulo a Santoro.

Con Nacional también hizo historia y aún se emociona relatando cómo gracias a jugadas suyas, el equipo paisa se convirtió en el primer equipo colombiano en ganar un partido de Copa Libertadores en tierra extranjera, en 1975. “Cruzeiro nos iba ganando 2-0, logramos descontar y luego Retat me da una pelota en la mitad de la cancha por el costado derecho. Desde allí me fui gambeteando, me saqué ocho jugadores, entrando al área eludí al arquero y antes de llegar al arco paré, hice el gol de taco, levanté la mano y saludé a los hinchas del Cruzeiro… Después casi me matan, pero fue un gol muy bonito”.

Todo el que vio jugar al ‘negro divino’ sabe que había magia en sus pies, que cuando la pelota llegaba a él iba a tener un buen destino. Víctor fue un virtuoso del balón, que abusaba de la jugada individual, pero que divertía a la tribuna. Era el rey de la gambeta, del túnel, de la chilena, del taquito, de eso que ya escasea en una cancha. Por eso no volvió al fútbol; porque se aburre. Pero cómo no se va a fastidiar si Campaz fue hecho de otra forma, de la madera de pelotear en potrero, la que ya no se ve.
A sus 68 años dice que no se arrepiente de nada, ni siquiera de haberse retirado tan rápido del fútbol profesional. Cuando le pregunto qué le dejó el fútbol, hace una pausa, piensa unos instantes la próxima jugada y vuelve y me encara: “Lo mejor que me dejó, fue el fútbol mismo. Por su esencia, por todo lo que gocé, saber que tenía el poder de inventar, de hacer cosas raras, eso fue tan hermoso que no lo cambio por nada”.

lunes, 8 de mayo de 2017

Sahara Occidental quiere una selección nacional de fútbol

El pueblo saharaui fomenta el deporte base y la cantera con un sueño: formar el primer combinado futbolístico nacido de un campo de refugiados



Por Juan Miguel Baquero
El Correo de Andalucía

Jugadores descalzos y porterías desvencijadas. Redes ancladas con piedras y montículos de tierra como graderío. Así, tan lejos de los focos y el balompié de élite, el Sáhara busca una selección nacional de fútbol. Un sueño que rueda junto a un balón y que el país africano arranca promocionando el deporte base. El objetivo final: participar en competiciones internacionales. Y que el equipo del desierto sea el primero en nacer de un campo de refugiados.

No será un camino fácil, como reconocen las autoridades de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) a eldiario.es Deportes. Los primeros pasos deben llegar en la Unión Africana, organización a la que pertenece el pueblo asentado en los campamentos de Tinduf (Argelia) para, más tarde, jugar algún partido amistoso.

Todo un reto para un país en el exilio que busca en el deporte un soplo de libertad. Hay antecedentes dispares, caso de las selecciones de Gibraltar, miembro de pleno derecho de la UEFA, o Palestina, que pertenece a la Confederación Asiática de Fútbol (AFC).



La primera semilla ha sido plantada con la I Copa de la RASD. El primer campeón fue Smara, que se imponía 2-1 a Dajla. La final copera ratificaba el éxito de un torneo creciente en intensidad y seguimiento que explotaba en el último partido y un marcador celebrado por el público local. Invasión de campo, júbilo, fotos posando con el trofeo... como en una Champions del desierto.

«La idea es que este proyecto sea el germen de una selección nacional», asegura el ministro saharaui de Juventud y Deportes, Ahmed Lehbib Abdi. «Estamos en la primera etapa y lo principal es la formación de los jugadores», dice. Y los medios, subraya, «que son pocos y los necesitamos». A la postre, que este equipo «surja de un campo de refugiados sería algo inédito, que no existe hasta ahora», señala.

Elemento vertebrador

La continuación del campeonato estatal será clave, en principio en categoría sub17. De la copa «se va a elegir un equipo de esa edad» y la federación saharaui «reunirá a un equipo de mayores que se irá formando», apunta Ahmed Lehbib. Esperan así participar en el futuro en competiciones», con una travesía en la que resulta «muy importante hacer algún partido amistoso con alguna selección que se brinde a eso».

En este caso, como en otras sociedades, también se busca un elemento vertebrador. «Nos enfrentamos a un enemigo enorme, el tiempo libre», dice el ministro de la RASD. «El deporte sirve para enfrentar ese problema de la juventud», con pocas opciones lúdicas en los campamentos de refugiados. Fomentar la cantera, y el fútbol, como aliciente, como hábito, como salida.

Si el comienzo es la Copa, la semilla está plantada. El torneo fue organizado por el Ministerio de Juventud y Deportes y la Federación Saharaui de Fútbol en la Wilaya o provincia de Smara, epicentro este año de las celebraciones del Día Nacional del pueblo saharaui y meta del internacional Sáhara Maratón. Contó con la colaboración de la Diputación de Sevilla, la Asociación de Amistad con el Pueblo Saharaui de Sevilla y la Fundación Persán.

En semifinales, Bujador perdía 0-4 contra Smara mientras Dajla se impuso en los penaltis a El Aaiún tras empatar 2-2 al término del tiempo reglamentario. El tercer y cuarto puesto se dirimía con un contundente 1-4 para El Aaiún sobre Bujador. Y la final, con el reseñado 2-1 de Smara sobre Dajla.

El sueño saharaui recién arranca. La victoria será formar una selección nacional. Pero el rival se viste de múltiples preguntas. ¿Quién reconocerá a la selección saharaui de fútbol? ¿Qué equipo será el primero en jugar contra el Sáhara? ¿Participará la RASD en alguna competición? ¿Qué colores vestirán los refugiados? Que ruede el balón... y bese la red de la solidaridad internacional.

viernes, 5 de mayo de 2017

La República de Totti

Cuando el jugador símbolo de la Roma se solidarizó con la periodista Giuliana Sgrena, del diario Il Manifesto, secuestrada por yihadistas


Por Roberto Parrottino

El 20 de febrero de 2005, Francesco Totti salió al Olímpico para jugar ante el Livorno con una remera que pedía la liberación de Giuliana Sgrena, periodista del diario comunista Il Manifesto que llevaba 15 días secuestrada por la Yihad Islámica en Irak. La organización exigía el retiro de las tropas italianas para liberar a Sgrena. Amenazaba con asesinarla. Hasta entonces, el gobierno de Carlo Azeglio Ciampi y el Papa Juan Pablo II habían exigido su libertad. Un mes después de su captura, fue liberada.

En el camino al aeropuerto de Bagdad, el ejército estadounidense, en un confuso episodio, asesinó al agente italiano Nicola Calipari. “Hay americanos que no quieren que regreses”, contó Sgrena que le habían dicho durante su cautiverio; y en una columna en Il Manifesto, detalló que uno de sus captores se había sorprendido al observar en la TV a Totti con una remera que decía “Liberate Giuliana” mientras anunciaban su inminente ejecución.

“Era hincha de la Roma y su jugador favorito era Totti -relató Sgrena-. El lenguaje del fútbol llega a la mente y a los corazones de muchas personas alrededor del mundo. Si todos los grandes deportistas se comportaran como Totti, los gestos humanitarios tendrían un eco mucho más grande”.

Italia, bromearon los fanáticos, debería llamarse la República de Totti.